En una asignatura de Psicología que estudié hace mucho tiempo, se hablaba, en uno de sus temas, sobre los estilos paterno/maternos de educación:
1. Estilo autorizativo: se caracteriza por una alta implicación/ aceptación y alta coerción/imposición. Si el hijo se porta bien muestran agrado, trasmitiéndole que es aceptado y respetado; si por el contrario lo hace mal, combinan diálogo y razonamiento con la coerción física y verbal. Reconocen sus derechos especiales de adulto pero también los intereses y necesidades especiales del hijo.
2. Estilo indulgente: alta implicación/aceptación y baja coerción/imposición. Permiten al hijo regular sus propias actividades tanto como sea posible, ayudándole con explicaciones y razonamientos, pero evitando el control impositivo y coercitivo.
3. Estilo autoritario: baja implicación con sus hijos y poca aceptación como personas. Además son altamente coercitivos e impositivos. No son dialogantes, son muy exigentes y prestan poco apoyo a sus hijos.
4. Estilo negligente: escasa aceptación del hijo, poca implicación en su conducta y bajo nivel de coerción e imposición. Son indiferentes con la conducta del hijo tanto sea buena o mala, no dialogan, son poco afectivos y se implican poco en su educación.
Cuando te paras a reflexionar sobre la evolución de la sociedad, te das cuenta de que normalmente suele moverse en la "ley del péndulo". ¿Qué es esto?...
Con respecto a la educación de los padres, en España, hubo una época en la que los padres (generalizando) solían ser "autoritarios". El niño no era nadie, valía muy poco y, claro, apenas tenía ningún derecho. Yo tengo 26 años. A muchos de nuestros padres les han pegado en el colegio (franquismo), basándose en "la letra con sangre entra",...
Hoy, el péndulo está en el otro lado y el niño es el rey de esta sociedad. En muchos casos, hasta decide dónde hay que ir, qué vamos a hacer y, por supuesto, hace lo que quiere. Si hace algo que está mal, no se le corrige, si el profesor del colegio le riñe, los padres, disgustados, se reunen con el profesor para decirle que el no tiene ningún derecho para "reñir" o "castigar" a su hijo.
En Proverbios, refiriéndose a la educación de los hijos, se dice: "el que lo ama (al hijo) lo disciplina con diligencia" (Prov. 13:24). Y en Hebreos 12:6, se nos dice de Dios PADRE que "al que ama, disciplina". ¿Qué es lo que pasa?... ¿ya no se aman tanto a los hijos?... No nos damos cuenta que no disciplinar al hijo es no "quererlo bien".
Al final, las consecuencias de la educación NEGLIGENTE las va a vivir el propio chaval cuando sea mayor y... como indica Julio en su blog, también la propia sociedad. Y este era el punto en el que nunca antes me había fijado.
Cuando de pequeño tiraba un papel al suelo, mis padres me rectificaban y me hacían recogerlo. Esto, a nivel social, influye en que la gente sea cuidadosa con su ciudad, y que esté más limpia. Quizás esta repercusión es un poco "chorra", pero... Cuando un padre le dice a su hijo que no está bien pegar, y si levanta la mano con actitud agresiva le corrige, castiga y disciplina, quizás en un futuro esto incidirá en que hayan menos peleas, incluso menos maltratos físicos.
Os dejo con un párrafo del blog de Julio:
"Estamos viendo violencia en las aulas, porque hay padres que dejaron la educación de sus hijos, tiraron la toalla, y han criado monstruos. Esos monstruos que gobernarán el país, que conducirán sus coches en nuestras carreteras, y que darán empujones en el supermercado porque los educaron para ser el centro del mundo y para no aceptar un no por respuesta."
jueves, noviembre 16, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario